UN REQUIEM POR LA MURALLA DE TRUJILLO

Hace unos días, el pasado 11 de febrero, Trujillo fue testigo de un nuevo derrumbe en un tramo de su inmensa muralla, justo en la coracha denominada El Espolón, orientada hacia el Poniente.

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Tramo de muralla denominado El Espolón, antes de ser afectado por el derrumbamiento.

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Tramo afectado por el derrumbamiento.

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En el Archivo Histórico Municipal de Trujillo queda constancia, desde inicios del siglo XVI, de los desvelos de la Ciudad por reparar y conservar la muralla que la rodea. En efecto, en plena época de los Reyes Católicos existen documentos presupuestarios en los que se destinan partidas para la reparación y conservación de las murallas. Los derrumbes y consecuentes reparos se sucedieron desde entonces hasta la actualidad.

Sin duda, esta muralla tiene una gran historia, siendo sometida a los avatares de guerras y batallas desde la época de la Reconquista. Fue construida por los musulmanes en el siglo X, reformada en el siglo XI y ampliada en los siglos XIII, XV y XVI.

Se conservan cuatro puertas de las siete que tuvo. Se mantienen completas la Puerta de Santiago, la Puerta de San Andrés, la Puerta del Triunfo (Arco de la Victoria) y la Puerta de la Coria, todas ellas con modificaciones realizadas en los siglos XV y XVI.

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Puerta del Triunfo o Arco de la Victoria. En la hornacina se encuentra la Virgen de la Victoria, en conmemoración a su aparición en este lugar el 25 de enero de 1232, facilitando la victoria al ejército cristiano frente a los sarracenos. Se ubica en el lado poniente de la muralla.

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Puerta de San Andrés. Se ubica en el lado occidental de la muralla.

Se conservan restos de otras tres puertas que existieron: la Puerta de la Herradura, la Puerta de la Vera Cruz y la Puerta de San Juan o de las Palomitas (restos de esta última reubicados en la subida al castillo desde la calle Ballesteros).

Oficialmente, las puertas mencionadas son las que se conocen, si bien existen otras, ocultas en propiedades privadas. Que yo tenga constancia, existe un pasadizo medieval y otra puerta cegada de origen romano, la verdadera puerta por la que se entraba al Turgalium romano viniendo desde Norba Caesarina. Esta puerta fue posiblemente abandonada en la Edad Media por lo penoso que era su acceso, dada la fuerte pendiente de la ladera por la que ascendía el camino.

En los lienzos y algunas torres de la muralla, según tramos, se utilizaron sillares romanos en su construcción, lo que nos indica que existió fortificación anterior mucho más antigua, un verdadero castellum romano.

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Empleo de sillares romanos en la construcción de una de las torres de la muralla sur.

El reaprovechamiento del sillar romano es mucho más generalizado en las murallas y torres del castillo.

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Empleo de sillares romanos en la construcción de las torres y lienzos del castillo de Trujillo

El réquiem por la muralla, en este caso, no tiene la intención de «darle descanso eterno», como a los fieles difuntos, sino para llamar la atención de que no se trata de algo muerto y por ello olvidado. De hecho, nuestra muralla nos recuerda de vez en cuando «a voces», con un gran estruendo de piedras, que necesita cuidados y atención. Es el patrimonio que heredarán las generaciones venideras.

Por Antonio Jiménez, trujillano y amante de sus valiosas piedras.

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