El objetivo principal de este trabajo es poder contar con una obra de consulta que englobe, identifique, estudie y catalogue los numerosos puentes históricos implantados en los cauces que surcan las Tierras de Trujillo, obras utilizadas para el cruce de los diferentes caminos antiguos y medievales que cruzan su territorio, principalmente, si bien estudiaremos alguno más moderno por su historia singular.
En los capítulos de la obra, el lector se encontrará indistintamente las denominaciones: Tierra de Trujillo o Territorio Histórico de Trujillo, pues en esencia encapsulan una misma sustancia: una gran extensión de terreno que desde el s. XIII comenzaría a perfilarse como el dominio jurisdiccional de la Ciudad de Trujillo, englobando villas, aldeas, lugares, aguijones y colgadizos. Cada enclave tiene una historia merecida.
En el siglo XV, los dominios de Trujillo se extendían a lo ancho de 10 leguas de Oriente a Occidente, desde el río Almonte en la Sierra de las Villuercas hasta el río Tamuja, y a lo largo de 16 leguas, de norte a sur, desde el río Almonte (tramo Cabañas – confluencia Tamuja) hasta el Guadiana. Tomando como referencia la legua castellana del s. XVI, establecida en 5.573 m (redondeando), estamos hablando de una extensión de 55,73 km de anchura por 89,17 km de largo, en total unos 4.970 km2.
A partir de la primera mitad del siglo XVI, se configura la Provincia de Trujillo dentro de la Corona de Castilla, que además de englobar las tierras de su término, sus límites alcanzaron prácticamente casi la extensión de la Extremadura actual, hasta la división provincial de 1833. Inicio el estudio con una justificación histórica, desde la Reconquista, hasta fines del siglo XVI, que explica la configuración de las Tierras de Trujillo, cómo a partir de sucesivos avances de un bando u otro se va consolidando desde el siglo XII los territorios que conformarán su amplia jurisdicción. Es necesario realizar una pequeña crónica de la Reconquista, y cómo los territorios concedidos por Alfonso VIII a la diócesis placentina, no conquistados por completo en aquella fecha de la concesión, época de constantes avances y retrocesos, abarcaría todo el noreste de la actual provincia de Cáceres y norte de la de Badajoz. En 1262 se produce el primer deslinde de términos entre Trujillo y los territorios de Toledo y Talavera, que junto a las delimitaciones naturales de los ríos Almonte, Tamuja y Guadiana ya estaba constituido el primer gran cerco de su jurisdicción. Algunos flecos posteriores siguen perfilando su territorio. Así, en 1369 Enrique II concede la villa de Cabañas y sus términos a don García Álvarez de Toledo, significando la pérdida de esta fortaleza y su campana al noreste de su término. En 1430, Trujillo adquiere de Juan II el título de Ciudad. En 1441 Juan II quita a don Pedro de Zúñiga el señorío de la ciudad, sometiéndola de nuevo a la Corona. En 1470 se produce el deslinde del término de Trujillo con la villa de Montánchez, y en 1502 se produce el deslinde y amojonamiento con la villa de Medellín y Miajadas. En resumen, durante el siglo XV, Trujillo gozó de una amplia jurisdicción delimitada básicamente por los ríos Almonte (este y norte), Tamuja y Búrdalo (al oeste) y Guadiana (al sur), último límite comprendido entre la desembocadura del Búrdalo hasta las fuentes del río Gargáligas.
Será en el siglo XVI cuando se produzcan las grandes exenciones de la jurisdicción de Trujillo, iniciándose con las villas de Berzocana y Cañamero (1538). Una realidad que será desarrollada a lo largo de este siglo, es la enajenación de los territorios de la Corona, para sufragar los costes de la política imperialista de los Austrias. Trujillo, ciudad de realengo, se verá envuelta durante todo el s. XVI en numerosos pleitos contra la corona por la enajenación de sus villas. Las exenciones son llevadas a cabo con todos los efectos: ventas de villas, lugares, dehesas y fortalezas, con sus vasallos incluidos, sin posibilidad de rescate, y cuya renuncia a la facultad de rescatar se expresaba claramente en los documentos, situación aprovechada por personas poderosas, quienes disponían de rentas suficientes para acceder a su propiedad y establecer su dominio.
Los grandes protagonistas, entre otros lugares, de la exención de la jurisdicción de Trujillo durante el siglo XVI serán Cañamero, Berzocana, Garciaz, La Madroñera, Plasenzuela (con el Guijo y Avilillas), El Puerto (de Santa Cruz), La Cumbre, Santa Marta y Torrecillas.
La villa de Cabañas, exenta desde 1369, a pesar de los intentos fallidos de la ciudad por recuperar su jurisdicción, incluso en pleno siglo XVI, perteneció al Condado de Oropesa.
Dedicaremos un pequeño Capítulo a las grandes figuras de la Diócesis Placentina, destacando la labor de Don Juan de Carvajal, Don Gutierre de Vargas o el Obispo González Laso, como grandes promotores y mecenas de obras públicas repartidas por toda la Diócesis Placentina. El primero fue célebre por el patrocinio de los Puentes del Cardenal y de Jaraicejo en la segunda mitad del siglo XV. Don Gutierre fue el gran obispo renacentista, dejando gran cantidad de obras religiosas y puentes por las Tierras de Trujillo, y González Laso, durante la segunda mitad del siglo XVIII, asignándose obras como el Puente de la Barquilla, el Puente Viejo sobre la Vid, la reparación del Puente del Cardenal y numerosas obras públicas también repartidas por la diócesis, de las cuales daremos cuenta debidamente. No olvidemos, en la época de González Laso, la labor paralela de Pedro Rodríguez de Campomanes, una figura perteneciente al ámbito civil y muy comprometida con la realidad de la Extremadura de fines del s. XVIII.
No podemos iniciar un estudio de implantación de obras sobre diversos cauces sin conocerlos un poco previamente. Por ello le dedicamos un capítulo a la definición de la red hidrográfica que surca el Territorio de Trujillo. Aportaremos algunos datos sobre su etimología y sus rasgos hidrográficos singulares. Tras su lectura veremos que cada hidrónimo tiene un origen, dando identidad histórica a cada cauce dentro del territorio que surcan, como el Magasca, Merlinejo, Tozo, Tamuja, Gibranzos o los singulares Ruecas o Gargáligas.
Tampoco puede faltar en esta obra el papel tan importante que desempeñó el Honrado Concejo de la Mesta en las Tierras de Trujillo, implantando una amplia red de cañadas y vías pecuarias en las cuáles se construyeron numerosos puentes. Para entender su funcionamiento, explicaremos unas cuestiones básicas acerca de los derechos que se cobraban, su facultad de construir puentes, su patrimonio y el gran poder que tuvo esta institución durante casi seis siglos, desde su creación en 1273 por Privilegio de Alfonso X El Sabio hasta su abolición en 1836, con el advenimiento del liberalismo en España. Realizamos algunas puntualizaciones relacionadas con la realidad de la trashumancia ganadera, se justificará esta actividad desde la antigüedad, aportaremos algunos datos singulares sobre las cabañas ganaderas en la Edad Media, expondremos la problemática de las cañadas ganaderas y el Berrocal de Trujillo, cómo se hacía uso y abuso de poder sobre los pastos de propios del Concejo trujillano. Se describirán las principales vías que surcaban el territorio de Trujillo. Finalmente se expondrá la problemática asociada a las vías tras su abandono en 1836, la necesidad de su deslinde y las medidas actuales encaminadas a su recuperación. Finalizamos su estudio con una puntualización, relacionada con el trazado de las calzadas romanas y las cañadas ganaderas.
Antes de las obras pontoneras existieron otro tipo de puentes: las barcas, que tan peligrosas eran en épocas de crecidas, ahogándose personas y ganados. En algunos casos son la razón de la implantación de muchos puentes estudiados en esta obra. Realizamos en su capítulo una somera descripción de los puentes de barcas más importantes en nuestro ámbito, de las cuales dependía también la ciudad de Trujillo.
En el amplio dominio de las Tierras de Trujillo, que extenderemos necesariamente hasta el río Tajo, encontraremos obras de cronología romana, si bien algunas de ellas son lo suficientemente conocidas en la actualidad (Puentes de Alcántara o Alconétar). Otras, sin embargo, como el Puente del Conde de Miranda, o el Puente de Augustobriga, ambas sobre el Tajo, son menos conocidas, y que por desgracia yacen bajo las aguas del embalse de Valdecañas. La primera conserva restos importantes de cronología romana, y la segunda fue destruida por una gran riada del Tajo, que dio origen a la obra ubicada junto al Risco de Peñaflor. Abordaremos el estudio de ambas con los datos que tenemos a nuestro alcance.
Durante el periodo de la Reconquista del territorio trujillano, estudiaremos dos puentes monumentales sobre el Tajo: el de la Fortaleza de Castros y el Puente Pinos, que desempeñaron un papel defensivo clave. En esta época, otros puentes antiguos son destruidos, como Alcántara y Alconétar, durante el reinado de Alfonso VIII.
Estudiaremos obras construidas durante el siglo XIV, como el Puente del Arzobispo. Multitud de obras son encuadradas entre los siglos XIV- XV, destacando en este periodo grandes obras sobre el río Almonte como el Puente del Conde o el de Jaraicejo, el del Cardenal sobre el Tajo y gran número de obras mesteñas de este periodo igualmente, centradas en la Jara Cacereña, al noreste de los territorios de Trujillo.
Sobre el río Guadiana se implanta el Puente de la Mesta o Puente de Villarta de los Montes, una obra sumergida en el embalse de Cíjara desde el año 1956 y que daba paso a la Cañada Real Segoviana hacia los invernaderos extremeños. Gracias a la colaboración de don Arsenio Blasco podremos disfrutar de la factura de esta magnífica obra del gótico-mudéjar del siglo XV, reconstruida en el siglo XVI, y cuyos detalles de construcción expondremos gracias al Pliego de Condiciones para la ejecución de la obra y los planos del arquitecto Hernán González de Lara.
Siguiendo aguas abajo el río Guadiana, nos detendremos en Medellín, y en la historia del puente actual del s. XVII, existiendo dos puentes anteriores que fueron arrasados por grandes avenidas del Guadiana. Expondremos las razones de tanta ruina en esa zona.
Finalmente nos paramos en el Puente romano de Mérida, obra suficientemente documentada en la actualidad, pero incidiremos en un aspecto clave sobre el mismo: la inscripción de época visigótica, que nos revela la realidad de un puente arruinado a la llegada de los godos, y como la arquitectura de la época de Eurico emuló a la existente.
Será, sin duda, el s. XVI la etapa dorada de la arquitectura pontonera en las tierras de Trujillo, ya que gran parte de las obras estudiadas y catalogadas, son construidas durante este siglo. Me atrevo a identificar un conjunto de obras dentro de un grupo selecto, construidas en un periodo determinado, ubicadas todas ellas en las inmediaciones de la Ciudad de Trujillo. Se trata de un grupo de puentes con unas características y directrices específicas, dentro de la arquitectura de la primera mitad del siglo XVI, que denominaremos estilo renacentista trujillano. Tal como veremos, estos puentes han perdurado en sus cauces más de 500 años.
Dedicaremos un apartado específico a las obras pontoneras de la Abadía de Cabañas, campana que perteneció en un momento histórico a la jurisdicción de Trujillo, y que bajo el mandato del Condado de Oropesa se ejecutarán a fines del s. XV y durante el siglo XVI, obras también singulares y algunas bastante desconocidas.
Dedicaremos también un capítulo específico al término de Garciaz, dado el gran número de obras históricas que se concentran en su término. También a los términos de Berzocana y Madroñera, localidades exentas de la jurisdicción de Trujillo en el s. XVI. Por estar dentro del área de influencia, hemos incluido los puentes de Romangordo y Campillo de Deleitosa, y del resto de municipios que alcanzan hasta la orilla derecha del Tajo, que de una manera u otra están relacionados con la historia caminera del vasto territorio de Trujillo.
Los grandes protagonistas de este siglo serán el Concejo de Trujillo, el obispado de Plasencia y el Honrado Concejo de la Mesta. Veremos los motivos por los cuales diferentes obras son promovidas por las entidades citadas.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la figura del Obispo González Laso será importante en el avance de las comunicaciones en la diócesis placentina, construyéndose caminos y puentes que describimos en cada capítulo del libro.
No podíamos olvidar dedicarle un Capítulo específico a los Puentes de Plasencia, teniendo alguno de ellos relación directa con la ciudad de Trujillo. En este caso nos centramos en los puentes sobre el río Jerte, en las inmediaciones de la ciudad, mostrando un estudio completo por cada uno de ellos, que recoge apuntes, anotaciones y aclaraciones sobre su historia y construcción.
Se incluyen los puentes del vecino Condado de Medellín, los más adyacentes a las Tierras de Trujillo. Entre ellos, el Puente de Medellín sobre el río Guadiana, con su extensa historia. Durante la reconstrucción el siglo XVI aparece como maestro mayor de la puente Sancho de Cabrera, notable maestro trujillano. A su vez dio trazas para la construcción de otros dos: el Puente de Cagánchez, sobre arroyo del mismo nombre, y el Puente de Matarratas, sobre el río Ortigas, ambos construidos en la segunda mitad del siglo XVI.
En relación a los Puentes de Trujillo, realizamos unas consideraciones sobre las obras implantadas sobre su territorio, y sobre el estilo renacentista trujillano. En cuanto a las obras históricas cuyo estudio exponemos, las hemos referido en algunos casos a los principales caminos históricos que recorren las Tierras de Trujillo. Entre otras vías de menor entidad, nos hemos centrado en los siguientes caminos principales:
El Camino Real de Madrid a Badajoz, en dos tramos concretos: el tramo comprendido entre el Puente de Albalat (sobre el Tajo) y Trujillo y el tramo entre Trujillo y Miajadas, hasta alcanzar el límite con la provincia de Badajoz en el río Búrdalo. En estos tramos se estudian obras del siglo XVIII, principalmente de la época de Pedro Rodríguez de Campomanes, deteniéndonos en puentes de cronología anterior como el Puente de Albalat (s. XVI), el Puente de Jaraicejo sobre el Almonte o el Puente de las Tasas sobre el río Merlinejo. Cruzado Trujillo, en dirección Badajoz, estudiamos el Puente de la Venta de Magasca, el Puente de Escurial y los Puentes del Romero.
El viejo Camino entre Trujillo y Plasencia también nos ofrece obras pontoneras de referencia, como el Puente de Lavadera, Puente de la Barquilla o Puente del Cardenal, además del Puente Viejo sobre el arroyo de La Vid, frecuentemente confundido con otro puente sobre el mismo arroyo, ubicado aguas arriba, en el Camino Real de Madrid a Badajoz. Gran parte de las obras pontoneras del primer camino han sido promovidas por grandes prelados placentinos, comenzando por el trujillano Don Juan de Carvajal, primero obispo y después cardenal, al que se deben grandes obras como el Puente que lleva su nombre sobre el Tajo en este camino y el Puente de Jaraicejo. El Puente de la Barquilla y el Puente Viejo son obras del obispo González Laso, promotor que se justifica adecuadamente para cada una de ellas. Nos centraremos también en el estudio del Puente de La Lavadera, un puente mesteño asociado a la Cañada de La Vizana, promovido por la Mesta y construido por el Concejo de Trujillo, y daremos parte de la destrucción del Puente de Lavaderos, sobre el río Merlinejo, obra mesteña igualmente.
El Camino Viejo de Cáceres a Trujillo también posee obras históricas de referencia, en este caso la mayoría promovidas por el Concejo de Trujillo en la primera mitad del s. XVI, algunas ya desaparecidas como la del arroyo Magasquilla, y aclaramos finalmente la cronología bastante aproximada del Puente del Tamuja en este camino viejo, obra del siglo XVI, posiblemente promovida por el Obispo don Gutierre de Vargas y en cuya maestría participó el maestro trujillano Sancho de Cabrera. En la historiografía que ofrecemos de este puente se resuelven finalmente todo tipo de dudas, claro está, este puente no es romano.
El Camino Viejo de Trujillo a la Cumbre (y Montánchez) posee importantes obras históricas sobre el río Magasca, Magasquilla, Gibranzos y Tamuja. Los puentes ubicados en el Magasca y Gibranzos son hermanos gemelos, encuadrados en el denominado estilo renacentista trujillano, asociado a un periodo muy concreto y con unas trazas muy específicas. El Puente de Magasquilla es obra de Francisco Becerra, construido en la segunda mitad del siglo XVI. En el límite jurisdiccional al suroeste de Trujillo, sobre el río Tamuja y antes de alcanzar Zarza de Montánchez, encontramos también una obra singular, que estudiaremos y por desgracia nuevamente aclaramos que su cronología no es romana. En el ramal desde Ruanes a Montánchez estudiamos el Puente del Canchal y el Puente de Benquerencia, dos obras de factura magnífica y que no pueden faltar en este estudio, si bien, muy próximas al río Tamuja, ya pertenecen al territorio de la Orden de Santiago (la primera a Torre de Santa María, la segunda a Benquerencia, lugares de Montánchez).
En el Camino de Trujillo a Medellín ofrecemos el estudio del Puente de la Aldehuela de la Calzada, sobre el río Magasca, un puente de fines del siglo XV destruido por una gran avenida y reconstruido posteriormente en el siglo XVI, conservando su arco apuntado a la gótica. Sobre el río Alcollarín mostraremos un puente inédito en la Tierra de Trujillo, asociado al estilo renacentista trujillano, y de gran belleza arquitectónica. Incluiremos en este itinerario el estudio del Puente sobre el río Ruecas, una obra en la que, desde fines del siglo XV, estuvo involucrada directamente la Ciudad de Trujillo, mediante un concierto con la Mesta para su construcción. Aportaremos gran cantidad de datos históricos relacionados con la ejecución de este puente, del cobro de derechos por el paso de ganados y del litigio que tuvo el Concejo trujillano con la Mesta, además de otras aclaraciones desde el punto de vista histórico, relacionadas con el mismo, por ejemplo sobre él pasó verdaderamente Fernando el Católico y que fue reconstruido casi un siglo después de su implantación por Sancho de Cabrera. Daremos por perdido (por el momento) un Puente en que también intervino Sancho de Cabrera, sobre el río Gargáligas, ya que no ha sido posible su localización, y mucho me temo que si no ha sido destruido por la roturación de tierras tan enorme que ha sufrido la Vega norte del Guadiana tras el Plan Badajoz, ha sido engullido por algún embalse.
En el Camino de Trujillo a Guadalupe encontramos obras históricas como el Puente Noveno sobre el río Magasca, asociado al estilo renacentista trujillano, el Puente de las Infantas, sobre el arroyo de Las Águilas, otra obra del siglo XVI y promovida seguramente con el Consistorio trujillano. Antes de alcanzar la localidad de Logrosán nos detendremos en el Puente del Cilleruelo, otra obra histórica del mismo siglo, y cuya factura sigue los cánones renacentistas. Finalmente, saliendo de Cañamero nos detendremos en el Puente sobre el río Ruecas de la carretera del siglo XIX que unía Trujillo con Guadalupe, un puente que, casi a mediados del siglo XIX abría camino hacia Guadalupe a través de la garganta del Ruecas.
Haremos una somera descripción del antiguo Camino entre Trujillo y Torrecillas hacia Deleitosa, con la descripción de otro de los puentes históricos por excelencia sobre el río Tozo, obra que asociamos justificadamente al maestro trujillano Sancho de Cabrera.
Incluimos finalmente en el estudio de los principales caminos que recorren la Tierra de Trujillo, las obras implantadas en el viejo Camino de Cáceres a Plasencia (por Talaván y Torrejón), entre otras cuestiones por su relación con los territorios históricos de Trujillo, estando implantados los Puentes de San Francisco justo en el límite noroeste de la jurisdicción de Trujillo, permitiendo la conexión con el sistema de cañadas ganaderas que cruzan el noroeste de la Tierra de Trujillo. Este sistema de cañadas tiene a su vez otros puentes de interés, algunos de fines del siglo XV como la Puente Mocha sobre el río Tamuja, y la Puente Lavadera sobre el Tozo, que estudiamos cada una en su capítulo respectivo. A la gran obra del Arcediano de Plasencia, Don Francisco de Carvajal, quien promocionó personalmente estos puentes sobre la confluencia de los ríos Tamuja – Almonte, le asociamos a su vez otras obras implantadas en el mismo camino, como La Puente de Guadiloba en las proximidades de Cáceres y otro en las inmediaciones de Talaván, próximo a esta villa.
Pero el estudio pontonero no finaliza aquí. Hemos incluido numerosos puentes más, implantados en los principales cauces que surcan la comarca trujillana, que prestaban servicio a otros caminos secundarios, dehesas y lugares de su territorio, que ha sido necesario relacionarlos con cierto orden, en este caso de aguas arriba hacia aguas abajo del cauce de referencia, desde su nacimiento hasta la desembocadura. De esta forma completamos el estudio con una perfecta identificación de todas las obras de interés.
Finaliza esta obra con un Capítulo denominado Otros Puentes, donde incluimos el Puente de Ramacastañas, en que intervino el gran maestro trujillano Sancho de Cabrera, contratado por la Mesta. Hemos incluido también varias obras estudiadas en la comarca de la Jara cacereña y los Ibores, puentes mesteños del periodo comprendido entre los siglos XIV-XV como los Puentes de Las Veredas (Bohonal / Mesas de Ibor), del Morcillo (Villar del Pedroso) o del Búho (Peraleda de San Román / Bohonal de Ibor). Otros puentes singulares como el de La Moheda y Molino del Pedroso (ambos en el término de Villar del Pedroso), el de Gualija (Peraleda de San Román), de la Florida (Valdelacasa de Tajo). Para terminar, incluimos un último puente mesteño, del siglo XIV-XV, en Magacela, donde contaremos una singular historia relacionada entre esta villa y la Ciudad de Trujillo, además de aclarar que tampoco es atribuible a cronología romana.